dissabte, 20 de novembre del 2010

15 de febrer de 2003

Un altre que pensa, sortosament

Us brindo un altre retall interessant. Llegir-lo em sembla una bona alternativa a passar el temps sentint i llegint les bestieses i les baralles sobre xifres de manifestants amb què ens marejaran avui i els propers dies a ràdio, televisió i diaris.

La pregunta

FRANCESC–MARC ÁLVARO – (La Vanguardia 12/02/2003)

En estos días, a uno le preguntan si está a favor o en contra de la guerra contra Iraq como si fuera lo mismo que querer la leche del cortado del bar fría o caliente. La pregunta es cargante porque es de una frivolidad enorme. La respuesta puede serlo también. Uno responde que está en contra de la guerra. Y, luego, empieza –si uno tiene humor y ganas– lo de intentar distinguir y argumentar una respuesta con matices. Porque para las consignas ya están los loros, sean del Gobierno o de cualquier plataforma opositora. Uno no puede permitirse el lujo exquisito de tener las ideas tan claras como los subsecretarios de Estado o ciertos actores y ciertas modelos de pasarela. El problema es que no estamos en tiempo de argumentos. Vivimos horas de tópicos y de blanco o negro, aptos solamente para las secas notas oficiales y para las performances que tranquilizan conciencias.

Si uno no es partidario para nada de la política dura de Bush y Aznar pero tampoco se siente cercano a determinados discursos tramposamente “buenistas” lo tiene crudo. Este campo está marcado a priori y sólo sirve para reducirlo todo a una confrontación entre “belicistas reaccionarios sumisos al Imperio” y “subversivos irresponsables que hacen el juego a Saddam”, sea dicho con los mismos términos descalificadores que se cruzan unos y otros. Meterse en medio, como hace uno ahora con esta columna, es ganarse los ataques de ambos bandos. Te pueden acusar de estar a sueldo de la CIA y, a la vez, de ser un esbirro del régimen iraquí. También te pueden insultar llamándote neutral, cuando no lo eres: simplemente tratas de meter algo de complejidad donde lo único que luce es la frase prefabricada, el insulto y la máquina de estampar certificados de “buen español” o “buena persona del mundo”, según una u otra oficina expendedora.

Uno suscribe con tranquilidad lo que ha dicho el filósofo francés Bernard-Henri Lévy: “No me opongo a la guerra contra Saddam. Me opongo a esta guerra contra Saddam (...) Esta guerra debe realizarse como es debido. En ella, Iraq no es precisamente el enemigo al que con más urgencia hay que atacar. Y cuando Estados Unidos consolida su alianza con un Estado como Pakistán para llevar adelante sus intenciones respecto a Iraq, ése es un error inmenso”. ¿Demasiado complicado para los aires que corren en España? Seguro, no satisface a nadie.

Aquí lo que se lleva es el “manda uebos” por un lado, y el “a las barricadas”, por otro. En el fondo, el maniqueísmo de Bush con su “eje del mal” nos encanta, porque nos permite el otro maniqueísmo. El de hacernos fotos en Bagdad tocando la guitarra y el de posar como europeos bonitos para postales naïf.